Una mañana, mientras madre e hijo hacían guardia junto a una madriguera, a la espera de que se asomara algún despistado conejillo para darle caza, Toby preguntó a su madre acerca de la confianza. Daisy miró a su hijo, meditó por unos momentos la respuesta, y luego le dijo:
"¡Escucha Toby! Creo que es el momento de que te cuente la historia de cómo acabamos en este barranco, habiendo sido criada yo por unos amos muy ricos. Debes saber, que mis primeros años de vida fueron muy bonitos; mis amos me trataban como a una reina; todos me querían.Pero un buen día descubrieron que me había quedado preñada y a partir de entonces, mi vida cambió radicalmente. Me echaron de la casa a patadas y por mucho que ladré y lloré frente a la puerta, no me dejaron volver a entrar. La gente que pasaba, o me ignoraba, o me golpeaba y tiraba piedras. Pero nadie se preocupaba por darme comida o bebida.
Con el paso de los días, me encontraba cada vez más débil. Pero lo que era aún peor, me sentía muy triste. Toda mi vida había confiado en las personas. Les había dado todo lo mejor de mí y ellos me solían corresponder. Pero me ahora me estaban fallando.
Me sentí tan defraudada que el día que se me acercó un hombre con una correa y un cacharro de comida, me invadió tal sensación de incertidumbre, que me abalancé sobre él, le mordí un brazo, y salí huyendo. Es ésto lo que estuve haciendo hasta que sentí que tú y tus hermanas queríais venir al mundo. Entonces decidí instalarme en nuestra cueva.
Ahora, cuando pienso en toda a aquella gente que me hizo daño, aún siento miedo y tristeza. Pero si me topara con alguno de ellos, jamás lo atacaría. Porque debes saber Toby que, "Grande es la virtud si no hieres a aquél por quien fuiste herido; Grande es la fortaleza si aún herido perdonas; Y grande es la gloria, si otorgas el perdón a quien puedes dañar [1]." Pero recuerda también otra cosa: La confianza nunca vuelve al lugar de donde huyó."
Y con estas palabras Daisy se alejó. Toby acababa de recibir una de las lecciones más importantes de su vida y tendría mucho en qué pensar."
[1] San IsidoroHace más de 10, tal vez 15 años, que escribí esta pequeña historia. Mucho ha llovido desde entonces. Mucho se podría debatir sobre lo que le dijo Daisy a su hijo Toby junto a la madriguera. Sobre la confianza - que nunca vuelve al lugar de donde huyó - hoy pienso que en cierto modo sí que puede volver. Aunque nunca vuelve a ser la de antes - inocente, a veces torpemente ciega. Una vez quebrada permanecerá en guardia: unas temporadas en letargo y otras en firme alerta, pero de una u otra forma, pendiente siempre de cualquier indicio de si algo marcha mal. Porque la confianza, como la amistad, o se cuida y mima detalle a detalle, o marchita igual que una flor olvidada.
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